En la Cuaresma de 1923, Nuestro Señor reveló a Sor Josefa Menéndez los sentimientos de Su Corazón durante Su Sagrada Pasión. La mística española recibía de rodillas las Confidencias de su Maestro y mientras Él hablaba, ella las escribía.
jueves, 28 de marzo de 2024
ALIMENTARSE CON MI CUERPO Y CON MI SANGRE. Jueves Santo, según las revelaciones de Sor Josefa Menéndez
miércoles, 27 de marzo de 2024
NO CELEBRAN LOS DOLORES DE MI CORAZÓN
La Madre María Encarnación Rosal había nacido en Octubre de 1820 en Quetzaltenango, Guatemala. Se convirtió en la Reformadora de la Orden Bethlemita (iniciada en 1668 según la espiritualidad del canario Hermano Pedro de San José de Betancur). La ejemplar religiosa extendió la nueva Orden por Costa Rica, Colombia y en Ecuador, donde murió el 24 de Agosto de 1886.
Su cuerpo incorrupto se encuentra en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, Bethlemitas de Pasto. Sus coetáneos la llamaron "la confidente del Sagrado Corazón" por la Visión que ella misma describiría siguiendo órdenes de sus Superiores:
"Cierta noche, del Miércoles al Jueves Santo de 1857, (10 de Abril) estando en oración en la Capilla, entre las dos y tres de la mañana, sentí que alguien me halaba el velo que me cubría… Así mismo oí sonar una campanilla de oro o metal fino porque el tañido era muy suave… Pero no hice caso. Y cuando meditaba la pérfida traición de Judas escuché en mi interior una clara Voz del Señor que me decía: "No celebran los Dolores de Mi Corazón".
Estas palabras parecía que, con un buril o diamante me las grababan en el alma. Como me causaron tanta admiración, di cuenta de ellas a mis Directores Espirituales, los cuales no hicieron mucho caso por entonces.
Pasando unos días, acabando de comulgar, teniéndole aún, oí la misma Voz interior que me decía: "No celebran los Dolores de Mi Corazón".
Como estas palabras me sumergían en el abismo de mi miseria, le dije al Señor: "Dios mío, si quieres que los Dolores de Tu Amante Corazón se celebren, como yo soy incapaz de promover esta Devoción, ¿por qué no Te vales de una religiosa teresa, capuchina o catalina?".
Me dijo el Señor: "He puesto en ti Mis Ojos, atendiendo a tu gran miseria… porque no hay otra más baja que tú…"
Con esto sentí tal amor a mi Jesús que quedé bañada en dulce llanto…"
Aquellas manifestaciones de Nuestro Señor fueron para la Madre una llamada particular a honrar y desagraviar el Corazón de Cristo por la maldad, ingratitud y pecados de los hombres.
En Julio de ese año se desató una epidemia del cólera. Murieron dos hermanas del Beaterio de Belén y otras estuvieron muy graves. Sor Encarnación Rosal sintió amargura en su corazón, como una agonía de muerte. Pensó en esos momentos en promover la devoción de los dolores del Corazón de Jesús y se lo ofreció. Todo volvió a la calma.
La amargura y agonía volvió a la noche siguiente. Le prometió a Jesús comunicarlo a su Confesor. Volvió a sentir paz. Comenzó a sentir los síntomas del cólera y lo tomó como un castigo por haber dudado. Pidió perdón al Señor y le prometió cumplir con lo ofrecido. La enfermedad cesó.
Basada en lo que había sucedido, la Madre Encarnación obtuvo licencia del Arzobispo, Fray Francisco de Paula García y Peláez y también de los Padres Taboada y Miguel Muñoz y empezó a pedir limosnas para organizar las actividades en Honor de los Dolores del Corazón de Jesús.
El Arzobispo le otorgó la licencia el 25 de Agosto y la amplió para los días 25 de cada mes. Fue cuando la madre dijo que el Señor le había inspirado la imagen que debería llevar un corazón con 10 dardos, siete alrededor y tres al fondo. Éstos significaban los 10 Mandamientos quebrantados y 10 particulares dolores que sentía el amante Corazón de Jesús.
Los diez dardos que afligen al Sagrado Corazón, según las revelaciones de la Madre María Encarnación Rosal son:
-por el escándalo y sacrilegio de los malos Sacerdotes
-por violar sus votos las Esposas de Cristo
-por la persecución a los justos
-por ver a Su Eterno Padre gravemente ofendido
-por la herejía esparcida por todo el mundo
-por la Apostasía de los malos Cristianos
-por el olvido de Sus beneficios
-por el desprecio de Sus Gracias y Sacramentos
-por la frialdad e indiferencia de los Suyos
-por la idolatría
martes, 26 de marzo de 2024
BERTA PETIT, propagadora de la Devoción al Doloroso e Inmaculado Corazón de María
Desde su más tierna infancia, el Divino Maestro colmó a Berta de favores. A la edad de cuatro años tuvo la primera manifestación de la Santísima Virgen María, y poco después en la Capilla de las religiosas de la Unión del Sagrado Corazón vio abrirse el Tabernáculo y al Niño Jesús venir hacia ella, y haciendo una cruz en su frente le dijo:
"Tú has de sufrir siempre, pero Yo estaré contigo"
Siendo joven visitó la ciudad de Venecia, acompañada de su madre, en un viaje por Italia, y en la sacristía de la Catedral de San Marcos encontraron al entonces Cardenal Sarto (luego San Pío X), quien mirando a Berta con atención y signándola en la frente, le dijo estas palabras: "Oiga usted bien la Voz de Dios, hija mía, que Él tiene especiales designios sobre usted".
Durante cada Santa Misa, Berta rezaba por el celebrante: "Jesús mío, haz que Tu Sacerdote no Te dé aflicciones". Sentía especial impulso de rezar por la Santidad Sacerdotal
Cuando tenía diecisiete años, sus padres perdieron todo su patrimonio por una fianza; el 8 de Diciembre de 1888, su Director Espiritual dijo a Berta que su vocación no era la vida de religiosa de clausura, sino permanecer en casa y cuidar a sus padres. De mala gana la joven aceptó el sacrificio; pero le pidió a la Virgen ser Mediadora para que, en el lugar de su vocación religiosa, Jesús llamara un Sacerdote diligente y Santo. “¡Usted será atendida!”, —le confirmó el Director Espiritual.
Lo que ella no podía prever, ocurrió 16 días después: un joven jurista de 22 años, el Dr. Louis Decorsant, estaba rezando delante de una estatua de la Madre Dolorosa. Al improviso e inesperadamente, él tuvo la certeza que su vocación no era la de casarse con la joven que amaba y ejercer la profesión de escribano. Comprendió claramente que Dios lo llamaba al Sacerdocio. Esta llamada fue tan clara e insistente que él no titubeó ni siquiera por un instante en dejarlo todo. Después de los estudios en Roma, donde había completado su Doctorado, fue ordenado Sacerdote en 1893.
ALMA VÍCTIMA POR LOS SACERDOTES
Ese mismo año, en Navidad, Berta se ofreció a Dios como Alma Víctima por las almas de los Sacerdotes. Al mismo tiempo, el joven Sacerdote, de 27 años, celebraba la Santa Misa de Medianoche en un suburbio de París. Este hecho tiene su importancia porque a la misma hora, Berta, participando en la Santa Misa de Medianoche en otra Parroquia, prometió solemnemente al Señor: “Jesús, quisiera ser un holocausto para los Sacerdotes, para todos los Sacerdotes, pero en particular para el Sacerdote de mi vida”.
Cuando fue expuesto el Santísimo, la joven vio al improviso una gran Cruz con Jesús y a Sus pies, la Virgen María y el Discípulo San Juan. Berta escuchó las siguientes palabras:
"Tu sacrificio fue aceptado, tu súplica atendida. He aquí tu Sacerdote… Un día lo conocerás"
Vio que los rasgos del rostro de San Juan habían asumido aquellos, de un Sacerdote para ella desconocido. Se trataba del Reverendo Decorsant, pero la Divina Providencia dispuso que no se conociesen hasta 1908, es decir quince años después, y Berta reconoció su rostro.
No perdió tiempo en revelar al Padre Decorsant su Vida Espiritual y su Misión para la Consagración al Corazón Inmaculado y Doloroso de María. Él, por su parte, comprendió que esta alma preciosa le había sido confiada por Dios. Aceptó un lugar en Bélgica y se convirtió para Berta Petit en un santo Director Espiritual y en un apoyo incansable para la realización de su misión.
ALIMENTADA DE LA SAGRADA EUCARISTÍA
Desde los treinta y ocho años (1908) hasta los setenta y tres no se alimentó más que con un café negro, que expulsaba una hora después. Solamente la Sagrada Comunión la sostenía; el 25 de Diciembre de 1909, durante la Santa Misa de Navidad, Nuestro Señor le revelaba:
"Tu verdadero Alimento Soy Yo... enseña a las almas a amar el Corazón de Mi Madre traspasado por el mismo dolor que traspasó el Mío".
VISIÓN DE LOS SAGRADOS CORAZONES
El 7 de Febrero de 1910, Berta es bendecida con una Visión: admira los Corazones de Jesús y María enlazados; en la parte superior, la Paloma que simboliza al Espíritu Santo y de nuevo escucha la Voz de Jesús:
"Piensa en el Corazón de Mi Madre como piensas en el Mío, vive en Su Corazón como quieres vivir en el Mío (…) Ese Amor será para ti y para el mundo Fuente de Gracias y traerá grandes bendiciones. Entrégate a Mi Amor. El deseo de Mi Corazón te será confiado".
Para la Pascua de 1911, Berta está en Roma. Otra vez se le aparecen los Corazones de Jesús y María, con el Espíritu Santo en la parte superior, y Jesús le comunica:
"El Corazón de Mi Madre tiene derecho al Título de ‘Doloroso’, y quiero que se anteponga al de ‘Inmaculado’, porque lo tiene bien merecido. La Iglesia reconoció en Mi Madre, lo que Yo Mismo Le di. Ahora es necesario, y Yo lo quiero, que se reconozca y se comprenda también el derecho que Mi Madre tiene a un Título de Justicia, que merece por la identificación a todos Mis Dolores, por Sus sufrimientos y sacrificios, y por Su inmolación en el Calvario aceptada en plena correspondencia a Mi Gracia y soportada por la salvación de la humanidad.
Que los pueblos se vuelvan al Corazón Dolorido de Mi Madre. Que un mismo grito se levante de todos los corazones: "DOLOROSO E INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS".
Esta devoción al Doloroso e Inmaculado Corazón, reanimará la Fe y la Esperanza en los corazones destrozados, y en las familias destruidas ayudará a reparar las ruinas, endulzará los dolores, será nueva fuerza para Mi Iglesia, llevando a las almas, no sólo la confianza en Mi Corazón, sino también en el Corazón Dolorido de Mi Madre.
Grande es Mi Madre, pero especialmente Su Corazón Martirizado y traspasado por la misma herida que el Mío.
Haz amar al Corazón de Mi Madre traspasado por Dolores que despedazan el Mío. Es preciso pensar en Su Corazón, como piensas en el Mío… Vivir en ese Corazón, como quieres vivir en el Mío, darte a ese Corazón, como te das al Mío.
He manifestado los deseos de Mi Corazón respecto al de Mi Madre. Hazlo amar. Este amor, será para ti y para el mundo una Fuente de Gracias y atraerá grandes Bendiciones. Abandónate a Mi Amor".
SU MISIÓN EN LA TIERRA
A Berta, en distintas ocasiones, le fue revelado que su misión en la Tierra consistiría en conseguir la Consagración Mundial al Corazón Doloroso e Inmaculado de María. Estos deseos fueron comunicados al entonces Papa Pío X. El Cardenal Mercier, de Malinas, aprobó la invocación "DOLOROSO E INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS" en 1911, y la indulgenció.
Un día, Nuestro Señor le comunicó que esta súplica al Doloroso e Inmaculado de María "Se propagará, mientras esperamos la exaltación de la Santa Iglesia y la renovación del mundo, que se lograrán por la Consagración del Mundo y de toda la humanidad al Dolorido de Inmaculado Corazón de María".
LAS GUERRAS MUNDIALES Y EL DOLOROSO E INMACULADO CORAZÓN
Berta asistió al Congreso Eucarístico de 1912 en Viena, presidido por el Emperador de Austria-Hungría . El 12 de Septiembre, inmediatamente después de recibir la Sagrada Comunión, recibió una profecía de que el heredero del Emperador sería asesinado, como realmente sucedió cuando el Archiduque Francisco Fernando de Austria fue asesinado el 28 de Junio de 1914, en el conocido como "atentado de Sarajevo": "Un asesinato doble matará al sucesor del viejo soberano de Austria, fiel a su Fe. Éste será el primero de los hechos dolorosos, pero útiles según Mis Designios, que precederán al castigo".
ÚLTIMOS AÑOS Y MUERTE
En 1943, Berta se volvió cada vez más frágil y se le administró el Sacramento de la Extremaunción el Domingo 21 de Marzo. Murió alrededor de las 6 de la tarde del Viernes 26 de Marzo, y durante tres días los peregrinos acudieron a su lecho de muerte para rezar cerca de su cuerpo. Fue enterrada en el cementerio de Louvignies, Henao (Bélgica).
LOS TRECE MARTES DE SAN ANTONIO. MARTES 2º: EL GOZO ESPIRITUAL
San Antonio de Padua murió para este mundo el Viernes 13 de Junio del año 1231; el Martes siguiente, sus restos mortales fueron trasladados desde Arcella a la ciudad de Padua, donde reposan hasta hoy; durante el camino fueron muchos los prodigios que obraron las reliquias del Santo franciscano, de ahí que entre sus devotos comenzara la costumbre de encomendarse al Santo los Martes; inicialmente durante nueve consecutivos, pero con el tiempo se ampliaron hasta 13, para hacerlos coincidir en número con el día de San Antonio.
Se pueden rezar Los Trece Martes en cualquier época del año, tan solo se exige que se realicen con Piedad, en gracia de Dios y de forma consecutiva, para poder ganar las indulgencias que le están concedidas.
Fue el Papa León XIII quien el 1 de Marzo de 1898, concedió una Indulgencia Plenaria para cada uno de Los Trece Martes consecutivos; las almas devotas que realicen esta práctica deben acercarse además a los Sacramentos de la Comunión y la Confesión en el trascurso de esta súplica a San Antonio.
Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
lunes, 25 de marzo de 2024
LA ANUNCIACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
"Al sexto mes envió Dios el Ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El Ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un Hijo a quien pondrás por Nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, Su padre; Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y Su reino no tendrá fin.»
María respondió al Ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre Ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, Tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la Esclava del Señor; hágase en Mí según tu palabra.» Y el Ángel, dejándola, se fue."
Evangelio de San Lucas, cap.1, vers. 26-38
San Luis María Grignión de Montfort, el Apóstol de la Esclavitud Mariana, tenía la Festividad de la Anunciación de Nuestra Señora, como el día principal para los Esclavos de María, pues en aquél día Nuestra Madre Bendita, pronunció ante el Anuncio del Arcángel San Gabriel, las palabras que son compendio para un verdadero católico: "Yo Soy la Esclava del Señor; hágase en Mí lo que me has dicho"
como Esclavo de Amor a Nuestra Reina y Señora
La Purísima Virgen María
La práctica esencial de esta Devoción, consiste en realizar todas las acciones EN MARÍA, CON MARÍA, POR MARÍA y PARA MARÍA es decir, en tomar a la Santísima Virgen como el modelo acabado de tus acciones. Debes pues renunciar a tu egoísmo y a tus mejores puntos de vista, abandonándote en Dios, consciente de tu incapacidad para todo bien sobrenatural y para toda acción útil a tu salvación.
Por eso, como Esclavo de la Virgen, tienes que recurrir a Ella y unirte a Sus intenciones, aunque no las conozcas; confía como buen hijo que la Madre de Dios obrará entonces en ti lo que mejor le parezca. Entiende que no hay vida interior ni acción espiritual posibles que no dependan de Ella.
como Esclavo de Amor a Nuestra Reina y Señora
la Purísima Virgen María
La primera es entregarse, en algún día señalado, a Jesucristo, por manos de María, cuyos esclavos nos hacemos, comulgar al efecto en ese día y pasarlo en oración. Y esta Consagración ha de renovarse por lo menos todos los años en el mismo día. Como recuerdo de esta Consagración, podemos y debemos usar una cadena, alrededor del cuello o bien en la cintura o tobillo, para recordarnos que pertenecemos a Nuestra Madre y Señora María.
La segunda dar todos los años en el mismo día un pequeño tributo a la Santísima Virgen en testimonio de servidumbre y dependencia; tal es siempre el homenaje de los esclavos para con sus señores. Consiste, pues, este tributo en alguna mortificación, limosna o peregrinación, o en algunas oraciones. Lo importante es que, si no se le da mucho a María, debe al menos ofrecerse lo que se le presente con humildad y agradecido corazón.
La tercera es celebrar todos los años con devoción particular la Fiesta de la Anunciación, que es la Fiesta principal de esta Devoción establecida para honrar e imitar la dependencia en que el Verbo Eterno por amor nuestro en este día se puso.
Os saludo, María, Hija predilecta del Padre Eterno. Os saludo, María, Madre admirable del Hijo. Os saludo María, Esposa fidelísima del Espíritu Santo. Os saludo, María, mi amada Madre, mi amable Señora, mi poderosa Soberana. Os saludo, mi gozo, mi gloria, mi corazón y mi alma. Vos sois toda mía por Misericordia, y yo soy todo Vuestro por justicia. Pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Vos todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada ni para mí, ni para otros.
Si algo veis en mí que todavía no sea vuestro, tomadlo enseguida, os lo suplico, y haceos Dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrade a Dios y plantad, levantad y producid todo lo que os guste.
La luz de vuestra Fe disipe las tinieblas de mi espíritu; vuestra humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; vuestra contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; vuestra continua vista de Dios llene de Su presencia mi memoria, la caridad de vuestro Corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a vuestras virtudes mis pecados; vuestros méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haced, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el vuestro para conocer a Jesucristo y Su Divina Voluntad; que no tenga más alma que la vuestra para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el vuestro para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Vos.
No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Vos el ver claro, sin tinieblas; para Vos el gustar por entero sin amargura; para Vos el triunfar gloriosa a la diestra de vuestro Hijo, sin humillación; para Vos el mandar a los Ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios.
Esta es, Bienaventurada Virgen María, la mejor parte que se os ha concedido, y que jamás se os quitará, que es para mí grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro, sino el experimentar el que Vos tuvisteis: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Vos, sin interés, como el más vil de los esclavos.
La sola gracia, que por pura misericordia os pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén a todo lo que hicisteis sobre la tierra cuando vivíais; amén a todo lo que hacéis al presente en el Cielo; amén a todo lo que hacéis en mi alma, para que en ella no haya nada más que Vos, para glorificar plenamente a Jesús en mí, en el tiempo y en la Eternidad. Amén.
EL SECRETO DE MARÍA por San Luis María Grignión de Montfort
domingo, 24 de marzo de 2024
DOMINGO DE RAMOS, Dominica in palmis de Passione Domini
"Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y de Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles: «Vayan a ese pueblo que ven enfrente; apenas entren encontrarán un burro amarrado, que ningún hombre ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: ¿Por qué hacen eso?, contesten: El Señor lo necesita, pero se lo va a devolver aquí mismo.» Se fueron y encontraron en la calle al burro, amarrado delante de una puerta, y lo desataron.
Evangelio de San Marcos, capítulo 11, versículos 1-10
Antes de prestarse a ser crucificado, Jesucristo desea ser proclamado Rey por el mismo pueblo deicida, y por eso entra hoy triunfante en Jerusalén. La Liturgia de este día es una mezcla de alegría y de tristeza. Hay que notar en ella tres particularidades: la Bendición de los Ramos; la Procesión, y la Santa Misa.
La Bendición de los Ramos
Precede a la Misa: una vez benditos los ramos, el celebrante los rocía con agua bendita y los inciensa, y al compás del canto de las antífonas “Pueri hebraeorum”, que recuerdan los vítores de los niños hebreos, se hace la distribución. Al recibirlo, los Fieles han de besar el ramo y la mano del Sacerdote.
El rito de la Bendición de los Ramos responde fielmente al tipo antiguo de las colectas o reuniones de oraciones litúrgicas, tenidas, a imitación de las celebradas por los judíos en sus sinagogas, para la recitación del Oficio Divino, para la edificación e instrucción de los Fieles.
La Procesión
Acabada la distribución, se forma y desfila la procesión, que semeja un paseo triunfal. Es de origen muy antiguo y una como continuación de la que, ya en el siglo IV, se realizaba en Jerusalén.
Todos los que toman parte en la procesión, llevan en sus manos las palmas o ramos benditos, y los cantores entonan cánticos alusivos al Triunfo de Jesucristo. Al llegar, de regreso, a las puertas del templo, la comitiva las encuentra cerradas; se detienen ante ellas, y oye que en el interior voces infantiles entonan un himno, cuyo estribillo repiten los de afuera, como entrelazándose en un porfiado diálogo en alabanza de Cristo Rey.
La Misa
Con la procesión se extingue la nota alegre y triunfante de este día, y se apodera del templo y de los oficios litúrgicos un sentimiento de profundo dolor. Éste llega a su colmo en el canto de la Historia de la Pasión según San Mateo, que reemplaza al pasaje acostumbrado del Evangelio.
En señal de duelo no se inciensa el Misal ni los acólitos llevan ciriales como de ordinario. Los Fieles están de pie y con las palmas y ramos benditos en las manos, como para vitorear a Cristo mientras los judíos lo escarnecen.
La Pasión puede cantarse o rezarse
Está distribuida en forma de diálogo, en el que intervienen como actores: Jesucristo, el Cronista y la Sinagoga, por la que habla el tercer Diácono siempre que media en la conversación un personaje aislado, y el coro o asamblea de Fieles cuando son varios o todo el pueblo en tumulto. Al anunciar el Cronista la muerte del Señor, el Clero y los Fieles se prosternan en tierra, por breves instantes, “para adorar al Redentor”. Prosiguiendo el relato de lo sucedido después de la muerte, reservando la última parte para el Diácono de oficio, a quien corresponde el canto del Evangelio en todas las Misas Solemnes.
viernes, 22 de marzo de 2024
CORONA DE LOS SIETE DOLORES
La Corona de los Siete Dolores se compone de siete grupos, con siete cuentas por grupo, para así mejor honrar los Dolores padecidos por la siempre Virgen María; esta devoción se centra en los Misterios Dolorosos de María, que se meditan y contemplan acompañándola espiritualmente y poniendo nuestro corazón junto al de Nuestra Santa Madre, para comprender y compartir con Ella Su maternal dolor por los padecimientos de Su Hijo.
El 14 de Febrero de 1607, el Papa Pablo V, mediante el breve "Cum Certas unicuique", concede indulgencias a este piadoso ejercicio, que practicaban los Siervos de María, (Servitas) . En esta época todavía no se rezaban las siete septenas de Ave María, sino que consistía en la recitación de siete Padrenuestros e igual número de Avemarías.
Es importante que a la hora de rezar esta Corona, nos situemos espiritualmente junto a la Madre Dolorosa, para así tratar de vivir en nuestro corazón lo que Ella experimentó en el Suyo en cada uno de aquellos amargos momentos...
Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos Señor + Dios Nuestro.
En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en Vuestra Bondad y Misericordia infinita, que me los perdonaréis, por los méritos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en Vuestro Santo Amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.
1º. La Profecía de Simeón
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, REPARADORA DEL GÉNERO HUMANO
He aquí el Amor que ya Le hace verlo morir de tristeza en el Huerto, desgarrado por los azotes y coronado de espinas en el Pretorio, finalmente colgado de un árbol de oprobio en el Calvario. ¡Mira, oh Madre, dijo amor, qué Hijo amable e inocente ofreces a tantos dolores, a tan horrible muerte!. ¿Y de qué os servirá quitárselo de las manos a Herodes y luego reservarlo para tan compasivo fin?
Así María no sólo ofreció a Su Hijo en Su muerte en el templo, sino que lo ofreció en cada momento de Su Vida; desde que reveló a Santa Brígida que este dolor que San Simeón anunció nunca abandonó Su corazón hasta que fue llevada al Cielo... Por eso San Anselmo Le dice: Señora, no puedo creer que Tú, con tanto dolor, hubieras podido vivir un solo momento, si el mismo Dios, que da la vida, no Te hubiera consolado con Su Virtud divina.
Pero nos da testimonio San Bernardo, hablando precisamente de la gran angustia que María sintió en este día, que desde entonces Ella vivió muriendo a cada momento, porque a cada momento la asaltaba el dolor de la muerte de Su amado Jesús, que era más cruel que cualquier muerte.
Por eso la Divina Madre, por el gran mérito que adquirió en este gran sacrificio que ofreció a Dios por la salud del mundo, fue llamada con razón por San Agustín "Reparadora del género humano". De San Epifanio, "la Redentora de los esclavos". De San Idelfonso "la Reparadora del mundo perdido". De San Germano "el alivio de nuestras miserias". De San Ambrosio, "Madre de todos los Fieles". De San Agustín "la Madre de los vivos. Y de San Andrés Cretense "la Madre de la Vida".
En la muerte de Jesús, María unió Su voluntad a la de Su Hijo, tanto es así que ambos vinieron a ofrecer el mismo sacrificio, y por eso el Hijo y la Madre realizaron la Redención humana, obteniendo la salud para los hombres, Jesús al hacer satisfacción por nuestros pecados, María al pedirnos que tal satisfacción nos sea aplicada.
Y por eso el Beato Dionisio Cartujo afirma igualmente que la Divina Madre puede ser llamada "Salvadora del mundo", ya que por el dolor sufrido al compadecerse del Hijo -sacrificado voluntariamente por Ella a la Justicia Divina- mereció que se comunicaran a los hombres los Méritos del Redentor.
Puesto que María fue hecha, por el mérito de Sus sufrimientos y del ofrecimiento de Su Hijo, Madre de todos los redimidos, es justo creer que sólo por Su mano se les da la leche de las gracias divinas, que son frutos de los Méritos de Jesucristo, y los medios para alcanzar la Vida Eterna. Y a lo que alude San Bernardo es a que Dios puso en manos de María todo el precio de nuestra Redención. Con estas palabras el santo nos hace comprender que por intercesión de la Santísima Virgen se aplican a las almas los Méritos del Redentor, mientras que por Su mano se dispensan las gracias que son precisamente el precio de los Méritos de Jesucristo.
Y si Dios apreció tanto el sacrificio de Abraham por haberle ofrecido a su Isaac, que se obligó como recompensa a multiplicar su descendencia como las estrellas del Cielo, ciertamente debemos creer que el sacrificio más noble que le hizo la gran Madre de Su Jesús fue mucho más agradecido al Señor; y por eso se le ha concedido que a través de Sus oraciones se multiplique el número de los elegidos, y en consecuencia de Sus devotos.
por San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia