domingo, 16 de septiembre de 2012

EL DECORO DENTRO DE LAS IGLESIAS, CAPILLAS Y ORATORIOS CATÓLICOS



      Hay que tener claro que la Iglesia es el Templo del Señor: Jesús está realmente presente en el Sagrario. Al entrar en esta casa de Dios, queda usted invitado a respetar su carácter sagrado, y a manifestar su fe y su caridad hacia el prójimo por una actitud verdaderamente cristiana.


Recogimiento y silencio

   El recogimiento y el silencio son las mejores disposiciones para la oración. Por lo tanto, no se debe hablar dentro de la iglesia: nuestras palabras deben dirigirse únicamente a Dios.

   "Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración
(Is LVI 7 , Mt XXI 13)



Posturas en el templo

   A fin de manifestar por nuestra actitud el honor debido al Señor, no se cruzan las piernas durante los oficios ni se se ponen los pies sobre los reclinatorios.


Vestido decente

   Un vestido decente y conveniente es la primera expresión de nuestra piedad.
Los señores y los jóvenes no deben tener los brazos desnudos, ni estar en pantalón corto.

   Las señoras y las jóvenes deben llevar vestimentas honestas, evitando siempre los brazos desnudos y los vestidos escotados.

   "Revestíos, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, 
de benignidad, humildad, modestia y paciencia
(Col III 12)



Cabeza cubierta

   La tradición cristiana (I Cor XI 2), recordada por San Pablo, desea igual mente que las señoras y señoritas tangan la cabeza cubierta durante los oficios (con mantilla, pañuelo o sombrero).

   "La mujer, cuando ore, vele su cabeza"
 (I Cor XI 3-15)



Comunión

   Para recibir la Sagrada Comunión es obligatorio:

estar en estado de gracia, es decir, haber confesado todos los pecados graves;

respetar el ayuno eucarístico (se aconseja vivamente tres horas).
"Quien comiere y bebiere indignamente el Cuerpo y Sangre del Señor, come y bebe su propia condenación" (I Cor XI 27-32)

   "Si hay alguno amigo de protestar, sepa que nosotros no tenemos tal costumbre, 
ni la Iglesia de Dios"

(I Cor XI 16)

   "Cumplid, pues, todo esto sin murmuraciones ni discusiones
(Phil II 14)




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