sábado, 29 de junio de 2013

EN LA FESTIVIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO


"Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, 
porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, 
sino mi Padre que está en los cielos. 
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos
 y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. 

(  Mateo 16: 13-20  )


Extractos de

MÍSTICI  CORPORIS  CHRISTI

Carta Encíclica del Último Papa Católico


   Por lo cual lamentamos y reprobamos asimismo el funesto error de los que sueñan con una Iglesia ideal, a manera de sociedad alimentada y formada por la caridad, a la que —no sin desdén— oponen otra que llaman jurídica. Pero se engañan al introducir semejante distinción; pues no entienden que el Divino Redentor por este mismo motivo quiso que la comunidad por El fundada fuera una sociedad perfecta en su género y dotada de todos los elementos jurídicos y sociales: para perpetuar en este mundo la obra divina de la redención.

   Y para lograr este mismo fin, procuró que estuviera enriquecida con celestiales dones y gracias por el Espíritu Paráclito. El Eterno Padre la quiso, ciertamente, como reino del Hijo de su amor; pero un verdadero reino, en el que todos sus fieles le rindiesen pleno homenaje de su entendimiento y voluntad, y con ánimo humilde y obediente se asemejasen a Aquel que por nosotros se hizo obediente hasta la muerte. 

   No puede haber, por consiguiente, ninguna verdadera oposición o pugna entre la misión invisible del Espíritu Santo y el oficio jurídico que los Pastores y Doctores han recibido de Cristo; pues estas dos realidades —como en nosotros el cuerpo y el alma— se completan y perfeccionan mutuamente y proceden del mismo Salvador nuestro, quien no sólo dijo al infundir el soplo divino: Recibid el Espíritu Santo127, sino también imperó con expresión clara: Como me envió el Padre, así os envío yo; y asimismo: El que a vosotros oye, a Mí me oye.


   Y si en la Iglesia se descubre algo que arguye la debilidad de nuestra condición humana, ello no debe atribuirse a su constitución jurídica, sino más bien a la deplorable inclinación de los individuos al mal; inclinación, que su Divino Fundador permite aun en los más altos miembros del Cuerpo místico, para que se pruebe la virtud de las ovejas y de los Pastores y para que en todos aumenten los méritos de la fe cristiana. Porque Cristo, como dijimos arriba, no quiso excluir a los pecadores de la sociedad por El formada; si, por lo tanto, algunos miembros están aquejados de enfermedades espirituales, no por ello hay razón para disminuir nuestro amor a la Iglesia, sino más bien para aumentar nuestra compasión hacia sus miembros."



1 comentario:

  1. Hermoso el post en homenaje al Pontificado Romano, que Dios cuide mucho de su Iglesia que ya ha sido llevada al desierto, en dónde es alimentada por los propios ángeles.
    P.Mauricio

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