viernes, 10 de enero de 2014

CRUCIFICADOS SIN CRUZ: TERESA NEUMANN ( 4ª PARTE )

      
      Los padres de Teresa estaban aterrados frente a la visión de las misteriosas llagas que habían herido las manos, los pies y el pecho de su hija; tratan en vano de curar los santos estigmas, sin entender el origen divino de los mismos, por eso llaman al Dr. Seidl, que inmediatamente aplicó una pomada y vendó las llagas. 

Teresa Neumann al poco tiempo de ser estigmatizada

      Como ocurre en todos los fenómenos de verdaderos estigmas, los remedios humanos sólo van a conseguir que el estigmatizado en cuestión sufra terribles dolores. A las diez horas de haber aplicado la pomada del médico, Teresa sufre un dolor tan agudo que pierde el conocimiento. El Párroco, que conoce bien a Teresa, propone suspender el tratamiento médico y es entonces que la humilde campesina deja de sufrir. Pese a todo, pasados unos días, el médico se coaliga con el Párroco para aplicar un nuevo remedio médico a las llagas, esta vez, con la prohibición por parte de ambos de levantar las vendas; el resultado es el mismo, Teresa sufre continuos dolores.

      El 17 de Abril de 1926, pocos días después de haber recibido el don de los sagrados estigmas, Teresa Neumann ruega a su Santa Teresita que le inspire, bien a ella o al doctor, el medio de mitigar aquellas dolencias. "Entonces sentí la impresión -escribe ella misma- de que los envoltorios se desprendían de las llagas. Al punto pedí a mi hermana que encendiese la luz. Después fui levantando con cuidado los apósitos, que cedían sin resistencia ni dolor ninguno. Hice venir a mis padres para que vieran mis llagas, que estaban ya secas, aunque no cauterizadas. La carne estaba enrojecida, recubierta solamente de una epidermis muy tenue y transparente."


      A partir de aquella fecha, las llagas quedaron de esa manera, recubiertas con una película de piel sonrosada, pero abriéndose de nuevo con regularidad matemática todos los viernes, de cada semana, manando sangre en mayor o menor cantidad. El fenómeno seguirá reproduciéndose sin otra interrupción que la del tiempo comprendido desde la Pascua hasta el día de la Fiesta del Corpus Christi. Durante todo ese período de cada año, Teresa no sentirá dolor, ni las llagas se abrirán, ni manarán sangre. Así se irán adaptándose, transformándose todos los años, con arreglo a la marcha de la liturgia, coincidiendo con el sufrimiento y alivio con las épocas de pena y alegría de la Santa Iglesia.

Continuará...

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