miércoles, 21 de mayo de 2014

CON DIOS A SOLAS ( XIX ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo

          
     Dice San Pablo que el Reino de los Cielos es paz, justicia, y gozo en el Espíritu Santo, y Jesús me enseña en el Santo Evangelio esta verdad tan llena de luz y consuelo: El Reino de los Cielos está dentro de vosotros mismos. Está dentro de mí y es reino de luz, de hermosuras y de armonías. No caben en este reino ni negruras ni fealdades de traiciones, ni desacordadas equivocaciones de la voluntad. En este reino de gracia y de amor sólo pueden oírse melodías de ángeles, que cantan la gloria de Dios. Este reino lo constituye la presencia de Dios.



     Dios está en mí y me llena. Dios envuelve mi alma en su gracia y la transforma en su amor. Dios hace de mi alma Reino de los Cielos y Él mismo es mi Rey y pone amplitudes y bellezas infinitas en mí y me esfuerza con aspiraciones ilimitadas de su misma Vida eterna e infinita. Porque Dios es mi vida.

     Alma mía, Dios te ha llamado para que vivas ya aquí el Reino de los Cielos. Dios te ha hablado al corazón diciéndote: "Te saco del siglo y te llevo al convento, para poner en ti el Reino de los Cielos." Todo en mí debe ser limpieza de luz y de santidad.

     Me ha traído el Señor para vivir vida eterna, que es tener el pensamiento y la voluntad y toda la atención y afecto puestos en Dios y en Jesucristo. Paréceme oír como eco dulcísimo a mi Santo Padre, San Juan de la Cruz: 


Anímate y levanta alegre el corazón y entra en la luz; 
mira gozoso y confiado a tu Padre Celestial, 
que quiere envolverte e iluminarte 
con la innata luz y belleza de su mirada. 

Y para que así pueda hacerlo 
no quieras nada, nada, nada de lo tuyo propio, 
porque es ruindad y miseria, porque es pequeñez y discordia. 
Y lo ruin y miserable no pueden entrar en el Reino de los Cielos. 

No quieras nada de lo que es tierra y oscuridad y mezquindad. 
Levántate y vacíate de todo lo feo y muerte
 para que entre en ti la llama del amor de Dios y te transforme. 

Dios pondrá en ti el Reino de los Cielos 
y te hará gustar sabor de vida eterna.


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