miércoles, 26 de julio de 2017

CON DIOS A SOLAS ( XX ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo


Después de tres años, retomamos la publicación "CON DIOS A SOLAS", hermosas reflexiones sobre la vida interior, salidas de la pluma y el alma de un perfecto religioso carmelita como lo fue nuestro Padre Valentín de San José.

          Dios no es lo mejor y más soberano que la inteligencia creada puede concebir, porque si fuera sólo eso no sería Dios omnipotente e infinito; Dios es el que de tal manera supera a cuanto se puede concebir y soñar, aun cuando se esté toda la eternidad discurriendo y soñando, que todo eso es como nada ante la realidad de Dios y como oscura tiniebla ante la claridad del sol; porque Dios es el que únicamente puede comprenderse a sí mismo total y simultáneamente y concebirse como es y ni la infinita inteligencia puede llegar a pensar nada más grande ni una sola perfección o bien alguno que actualmente no tenga y goce o no haya tenido y gozado siempre.

          Dios es el infinito, el Omnipotente, el Soberano y Sumo Bien y la suma felicidad. Dios es la eternidad, dichosa y feliz.





          Al ser iluminados los Bienaventurados con la luz de la Gloria, ven la esencia de Dios y, en un instante, con el mayor y feliz gozo, ven también en la esencia divina, sin jamás cesar, más conocimiento no sólo de Dios, sino de las ciencias creadas de todas las clases y más luz de la verdad y de creación que todos los sabios de la tierra pudieran adquirir aunque vivieran eternamente, y con un gozo que excede a cuanto la inteligencia puede no solamente decir, pero ni aún concebir.

           Y cada uno recibirá la felicidad y la luz de Dios cuanto tenga de capacidad, y esa capacidad no se mide por el talento o el cultivo de la inteligencia que en la tierra se tuvo, sino según las virtudes que se practicaron y según la intensidad con que en la tierra se amó a Dios y según los deseos que sintió de amar a Dios y se esforzó por darlos realidad.

          Todo lo veremos y conoceremos en Dios; ya no habrá secretos. De Dios recibiremos todas las perfecciones y toda la luz de Gloria que hayamos merecido con la vida santa en la tierra y lo veremos y lo conoceremos en un momento. Ver a Dios es entrar en la posesión de la felicidad, del gozo y de los bienes eternos para sin fin.



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